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jueves, 13 de noviembre de 2008

MÁS SOBRE LAS SUPOSICIONES.

Perdonarme si soy algo pesado sobre este tema de la suposición. Pero la suposición es algo así como ponerse a manejar una avioneta con tan solo haber leído un manual de vuelo.
Hay un cuento que nos lo mostrará y que personalmente me gusta mucho. Se titula:
"ENCUENTRO CON UN HOMBRE SANTO".
La voz se propago como la pólvora. En una pequeña casa situada en el pico de una montaña de la región de los himalayas, vivía un hombre santo. Silencioso, comedido y sabio, encontraba siempre respuesta o solución a los problemas de los que hasta allí acudían a visitarlo.
Prashmir no se lo quería perder. Así que preparó todos sus bártulos, cogió su bolsa llena de monedas e inició el largo camino, desde el su al norte de la India.
-Es lógico que sea en los himalayas. Allí el aire es más limpio y el agua y los alimentos más puros.
Iban pasando los días de largas caminatas y recorridos en carro y Prashmir seguía ilusionado con el encuentro con su hombre santo.
-Cuando esté frente a él, le besaré su hábito color azafrán, postraré mi cara para no quedar deslumbrado por sus largos y blancos cabellos y gozaré con el olor a rosas que siempre rodea a un hombre santo.
Prashmir empezó el penoso ascenso a las tierras altas, caracterizado por caminos pedregosos y traicioneros. El sol de justicia y la altura castigaban duramente el cuerpo del peregrino, pero no su devoción que era compartida con la de otros caminantes.
-Un hombre que decide vivir en tan inhóspito lugar y al que visita tanta gente, en realidad ha de resplandecer por encima de todos.
Cuando llegó a la casa, una larga hilera de personas esperaban su turno. Tardo dos días más de cola hasta situarse delante mismo de la puerta, que daba paso a un patio. Al cruzar el umbral, divisó a un viejo delgaducho y desaliñado ir de aquí para allá, que lo vino a recibir.
-"Quisiera ver a tu sabio y santo señor". Le dijo al criado. Este sonrió y lo condujo a dentro.
Mientras caminaba a través de la casa, Prashmir miraba con impaciencia por todos lo rincones de la casa, imaginando el momento de su encuentro con el hombre santo. Antes de darse cuenta, habia sido conducido a la puerta trasera y escoltado fuera de la casa. Se detuvo y giró hacia le criado, -"¡Pero te he dicho que quiero ver al hombre santo, al iluminado, al puro, al...!"-
"Usted ya lo ha visto", dijo el viejo. "A todos a los que usted pueda conocer en la vida, aunque parezcan simples e insignificantes... véalos a cada uno como un sabio hombre santo. Vacie su mente y acoja lo que la vida le ofrece tal cual le llega, pues el hombre santo que usted busca, no existe. Si hace esto, entonces cualquier problema que usted haya traído hoy aquí, estará resuelto"

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