Un ermitaño meditaba junto a un río cuando un joven interrumpió. “Maestro, maestro, deseo convertirme en su discípulo”, dijo el muchacho.”¿Por qué?”, contestó el ermitaño. El impetuoso joven respondió rápidamente. “¡Porque quiero encontrar a Dios!”
El maestro se puso de pie de un salto, agarró al joven por el pescuezo, lo arrastró hasta el río, y sumergió su cabeza en el agua. Después de mantenerlo allí por un minuto, con él pateando y forcejeando por liberarse, el maestro finalmente lo sacó del agua.
El joven con los ojos desorbitados, tosía agua y jadeaba para recuperar el aliento. Cuando se aquietó, el maestro habló. “Cuéntame muchacho, qué era lo que más deseabas cuando estabas bajo el agua”. “¡Aire!”, contesto el muchacho.
“Muy bien”, dijo el maestro. “Vete a casa y vuelve a mí cuando desees a Dios tanto como deseabas el aire”.
En Occidente cada vez son más las personas que emprenden la personal e intransferible búsqueda de su esencia, de su auténtica realidad reflejo exacto del Dios, Universo o como se le quiera llamar. Y al igual que en Oriente, se busca el lugar, grupo o persona/s que facilitará/n la mágica receta. Casi sin poderlo evitar el hombre moderno adopta una actitud equivocada, de inmediatez, como tomar un expreso, una pastilla, o pedir una hamburguesa en un Mac Auto. El Occidental en su afán por buscar la iluminación, de encontrar su felicidad, leerá libros de auto ayuda, realizará un montón de cursos, seminarios, retiros. Intelectualizará un montón de conceptos orientales, etc. y pasados unos años a mucho estirar, es muy probable que se desanime y abandone. O bien que se acerque a otros grupos, creencias o prácticas que encajen más con sus esquemas sobre la idea de Dios.
Hay que aplicar grandes dosis de auto-observación, humildad, aceptación, amor y desapego. Pero sobre todo de una infinita paciencia y comprensión a uno mismo.
¡Ja, ja! Creo que si el joven de la historia fuese alguno de nosotros, nos hubiese ahogado. Por si las moscas, cuando vea alguien meditar cerca de un río, pasaré con sumo silencio.
Un abrazo a todos/as.
El maestro se puso de pie de un salto, agarró al joven por el pescuezo, lo arrastró hasta el río, y sumergió su cabeza en el agua. Después de mantenerlo allí por un minuto, con él pateando y forcejeando por liberarse, el maestro finalmente lo sacó del agua.
El joven con los ojos desorbitados, tosía agua y jadeaba para recuperar el aliento. Cuando se aquietó, el maestro habló. “Cuéntame muchacho, qué era lo que más deseabas cuando estabas bajo el agua”. “¡Aire!”, contesto el muchacho.
“Muy bien”, dijo el maestro. “Vete a casa y vuelve a mí cuando desees a Dios tanto como deseabas el aire”.
En Occidente cada vez son más las personas que emprenden la personal e intransferible búsqueda de su esencia, de su auténtica realidad reflejo exacto del Dios, Universo o como se le quiera llamar. Y al igual que en Oriente, se busca el lugar, grupo o persona/s que facilitará/n la mágica receta. Casi sin poderlo evitar el hombre moderno adopta una actitud equivocada, de inmediatez, como tomar un expreso, una pastilla, o pedir una hamburguesa en un Mac Auto. El Occidental en su afán por buscar la iluminación, de encontrar su felicidad, leerá libros de auto ayuda, realizará un montón de cursos, seminarios, retiros. Intelectualizará un montón de conceptos orientales, etc. y pasados unos años a mucho estirar, es muy probable que se desanime y abandone. O bien que se acerque a otros grupos, creencias o prácticas que encajen más con sus esquemas sobre la idea de Dios.
Hay que aplicar grandes dosis de auto-observación, humildad, aceptación, amor y desapego. Pero sobre todo de una infinita paciencia y comprensión a uno mismo.
¡Ja, ja! Creo que si el joven de la historia fuese alguno de nosotros, nos hubiese ahogado. Por si las moscas, cuando vea alguien meditar cerca de un río, pasaré con sumo silencio.
Un abrazo a todos/as.
2 comentarios:
Hola Carlos y Rosi!!! debo decir que esta historia me ha encantado es muy buena!!!
La pagina os ha quedado muy bien!
Un fuerte abrazo!
Tina.
GRÁCIAS Tina. En realidad el sentido de esta página y de Bamboo Zen, son las personas que como tu, tienen esperanza y fe en un mundo mejor. Gracias.
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