Absolutamente todo lo existente tiene su contrario, que por el hecho de serlo, no significa que no sean complementarias o compatibles: Día noche, masculino femenino, amor odio, centrípeto centrífugo…
En el ciclo natural de las cosas es aplastantemente lógico que no existe una cosa sin la otra, por ejemplo día y noche. Y pese a que cada uno tiene sus propias características, estas no son ni mejores ni peores que las de su antagonista, pero si complementarias. Lo mismo sucede con los géneros masculino y femenino. El Universo (en cuyo o cuya existencia también permanecen los dos géneros), decidió proyectar su característica en la madre naturaleza, la cual es alimentada por el padre sol. Tierra , Gaia, Pachamama… femenino , yin y sol, ra, o astro padre, masculino o yan. De hecho, la hermosura y dulzura de nuestra existencia, y cuando digo nuestra me refiero a todo lo que existe (reino animal, vegetal, mineral y humano) radica en eso, en la infinita variedad y colaboración estrecha entre todo lo que es. Sencillamente es así. ¿Pero que ocurre con los humanos?
Afortunadamente los humanos de género femenino han demostrado a lo largo de la historia, no sin sufrimiento, su legítimo puesto que por derecho sagrado les corresponde en el mundo.
De hecho, las primeras comunidades humanas, eran dirigidas por el género femenino. Ellas al ser las responsables de la procreación del clan, eran las que tomaban las decisiones, mientras que el género masculino era el encargado de proveer de alimentos al grupo. En esas comunidades no existía la pareja. Pese a que todo era responsabilidad de todos, la figura de la madre era sagrada, al igual que el del chamán, que al contrario de lo que se cree eran siempre mujeres.
Fue con la aparición del concepto de propiedad cuando desapareció este tipo de sociedad. Los cazadores al acumular lanzas, flechas, herramientas de corte, pieles, trofeos… tras largos esfuerzos y sacrificios, deseaban legarlo a alguien en concreto, no a un clan cada vez más heterogéneo y grande. Ahí surgió la necesidad de posesión de una compañera que solo engendrase en su vientre un descendiente suyo. Eso fue acompañado de una férrea vigilancia hacia un posible “acto infiel”, y la posterior subyugación del género femenino, que sigue latente en la mayoría de las zonas del planeta. Las hijas de la Diosa siguen sin poder mostrar todo su esplendor. Pero como es normal en los humanos, en otras zonas del planeta, algunos individuos se ha pasado a todo lo contrario. Hay mujeres que fuman más que los hombres, que insultan más que los hombres, que se han tornado más insensibles, frías y calculadoras que los hombres, que beben o se drogan tanto o más que los hombres…
Y surge una pregunta: ¿tan malo es que una mujer pese a tener una carrera, ganar más que un hombre, y ser emprendedora, siga conservando la dulzura, hermosura y natural equilibrio característico de su genero? Tal vez este mundo se mantiene en pie gracias al equilibrio energético femenino, la auténtica sal de la tierra, pero cuando miro a mí alrededor, en ocasiones siento cierto escalofrío al observar como se pierde esa conexión innata que las mujeres tienen con la madre tierra y con la Diosa (parte femenina de Dios). Desde aquí os digo queridas hermanas, que no vale la pena igualarse a los hombres en nada, ya que la mayoría viven infelices en una constante competencia por aparentar o tener, a menos que abandonen eso y se abran a su parte femenina. De echo estamos en el inicio de un periodo evolutivo en el planeta, que según tengo entendido durará unos 4000 años. Empieza a morir el tiempo de la imposición (masculino) para dejar nacer el tiempo de la razón (femenino).Nadie puede oponerse a los ciclos naturales del Cosmos. Gracias a Dios, gracias a la Diosa
En el ciclo natural de las cosas es aplastantemente lógico que no existe una cosa sin la otra, por ejemplo día y noche. Y pese a que cada uno tiene sus propias características, estas no son ni mejores ni peores que las de su antagonista, pero si complementarias. Lo mismo sucede con los géneros masculino y femenino. El Universo (en cuyo o cuya existencia también permanecen los dos géneros), decidió proyectar su característica en la madre naturaleza, la cual es alimentada por el padre sol. Tierra , Gaia, Pachamama… femenino , yin y sol, ra, o astro padre, masculino o yan. De hecho, la hermosura y dulzura de nuestra existencia, y cuando digo nuestra me refiero a todo lo que existe (reino animal, vegetal, mineral y humano) radica en eso, en la infinita variedad y colaboración estrecha entre todo lo que es. Sencillamente es así. ¿Pero que ocurre con los humanos?
Afortunadamente los humanos de género femenino han demostrado a lo largo de la historia, no sin sufrimiento, su legítimo puesto que por derecho sagrado les corresponde en el mundo.
De hecho, las primeras comunidades humanas, eran dirigidas por el género femenino. Ellas al ser las responsables de la procreación del clan, eran las que tomaban las decisiones, mientras que el género masculino era el encargado de proveer de alimentos al grupo. En esas comunidades no existía la pareja. Pese a que todo era responsabilidad de todos, la figura de la madre era sagrada, al igual que el del chamán, que al contrario de lo que se cree eran siempre mujeres.
Fue con la aparición del concepto de propiedad cuando desapareció este tipo de sociedad. Los cazadores al acumular lanzas, flechas, herramientas de corte, pieles, trofeos… tras largos esfuerzos y sacrificios, deseaban legarlo a alguien en concreto, no a un clan cada vez más heterogéneo y grande. Ahí surgió la necesidad de posesión de una compañera que solo engendrase en su vientre un descendiente suyo. Eso fue acompañado de una férrea vigilancia hacia un posible “acto infiel”, y la posterior subyugación del género femenino, que sigue latente en la mayoría de las zonas del planeta. Las hijas de la Diosa siguen sin poder mostrar todo su esplendor. Pero como es normal en los humanos, en otras zonas del planeta, algunos individuos se ha pasado a todo lo contrario. Hay mujeres que fuman más que los hombres, que insultan más que los hombres, que se han tornado más insensibles, frías y calculadoras que los hombres, que beben o se drogan tanto o más que los hombres…
Y surge una pregunta: ¿tan malo es que una mujer pese a tener una carrera, ganar más que un hombre, y ser emprendedora, siga conservando la dulzura, hermosura y natural equilibrio característico de su genero? Tal vez este mundo se mantiene en pie gracias al equilibrio energético femenino, la auténtica sal de la tierra, pero cuando miro a mí alrededor, en ocasiones siento cierto escalofrío al observar como se pierde esa conexión innata que las mujeres tienen con la madre tierra y con la Diosa (parte femenina de Dios). Desde aquí os digo queridas hermanas, que no vale la pena igualarse a los hombres en nada, ya que la mayoría viven infelices en una constante competencia por aparentar o tener, a menos que abandonen eso y se abran a su parte femenina. De echo estamos en el inicio de un periodo evolutivo en el planeta, que según tengo entendido durará unos 4000 años. Empieza a morir el tiempo de la imposición (masculino) para dejar nacer el tiempo de la razón (femenino).Nadie puede oponerse a los ciclos naturales del Cosmos. Gracias a Dios, gracias a la Diosa
2 comentarios:
es mui bonito lo que as escrito i si, tienes razon en que parece ser que ahora las mujeres quieren tomar sus riendas igualandose en muchas cosas a los hombres i precisamente no en lo mejor de ellos si no al contrario,iestan dejando su lado femenio i sutl un tanto alejado espero que todo se ponga en su sitio i nadie pretendamos ser mejor que nadie porque lo que si es cierto es que todos necesitamos de todos i todos somos uno
Ya es tiempo de compartir no de competir, de dar para equilibrar, de amar para salvar y de dejar que se exprese la otra parte complemetaria (el yin o el yan)que todos tenemos dentro.
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