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jueves, 29 de octubre de 2009

SANYASI. El buscador espiritual. (I)

Un sanyasi sería la consecución lógica al turista espiritual. Habiendo vagado por miles de sendas de diferentes mundos y realidades, empieza a percibir que aquel apacible estado del Ser que busca, no se encuentra por fuera de si mismo/a. Todo lo que lo rodea le permite, a lo sumo, pequeños instantes de algo parecido a la felicidad, que se desvanece tan rápidamente como un castillo de arena en la orilla del mar.
Así el/la sanyasi empieza a preguntarse en primera persona, sobre las causas de las hechos que matizan su vida.
La idea de que todo cuanto acontece en si mismo/a y a su alrededor, no es fruto ni de la casualidad ni del infortunio, si no de la falta de conciencia de sus actos, palabras y pensamientos, empieza a florecer en el/la. Y ¿Cómo faborecer ese estado de conciencia que permita ver y sentir las cosas tal y como son en realidad y no como creemos que son? Dejando de viajar, dejando de picotear aquí y ahí, permitiendo la desaceleración progresiva de los enloquecidos pensamientos que genera la mente. Deslizarse por la vida viendo y evitando los atractivos arrecifes. Disfrutando del mar y de todo lo que nos ofrece, sin apegarse a la necesidad de tenerlo. Aceptando cada ola, cada soplo de viento, cada rayo de sol, cada momento de mar plana, y si encallamos en los arrecifes, pues, reparar el casco y seguir navegando. Algo así pronunció el maestro Jeshua.: “estar en el mundo pero no pertenecer a él”
Cuando el sanyasi empieza su búsqueda, en sus manos caen libros, textos, escritos… que resuenan en su interior, despertando aun más curiosidad, más sed de conocimientos y una nueva necesidad, la de experimentar lo intelectualizado. Curiosamente empieza a ver que otras personas (conocidas y no), sacan temas relacionados con esta nueva forma de ver, sentir y actuar en el mundo. Un mundo (el viejo) que se desmorona, ahora, bajo sus pies, genera vértigo y miedo. Más ya no hay marcha atrás, ya que, todo lo que hasta ese momento motivaba en primera instancia su vida, se empieza a sentir como prescindible y superficial. La necesidad natural de silencio, quietud y tranquilidad, pasa a ser primordial. Al igual que aumenta la enorme pereza a discutir, posicionarse o defender puntos de vista. Lo que llamamos debatir. Algo nuevo, fresco, luminoso y desconocido surge del interior (al principio), de forma aleatoria. Como un anzuelo que contiene el manjar de los dioses, nos deslizando para apoderarnos de él, más eso nunca sucede. Así el/la sanyasi, descubre nuevas formas, métodos o técnicas para alcanzar esa meta. Y es en el proceso y no en la culminación del mismo donde se encuentra la riqueza buscada, ya que, de la misma forma que no existe el principio o el fin en una circunferencia, tampoco existe la meta, ya que esta es tan infinita como infinita es la consciencia del Universo.

4 comentarios:

Nike dijo...

Un texto impresionante con el que soy total, completa y absolutamente afín. No conocía el término "sanyasi".

¡Muchas gracias!

Dedal dijo...

Impresionante; se agradece muchisimo la informacion subministrada que cae como un manjar para los sentidos.

Gabriel Wiernik dijo...

favorecer

Ian Watkinson dijo...

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