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miércoles, 14 de octubre de 2009

TURISTAS ESPIRITUALES I

En el pasado taller del alma, surgió una definición que sorprendió a todos los asistentes por su frescura, autenticidad y precisión: "turista espiritual".
Desde el mismo momento de la interiorización de dicho concepto, me ha ido rondando por la cabeza y hoy he sentido la necesidad de haceros partícipes de ello.
Desde el mismo momento de la interiorización de dicho concepto, me ha ido rondando por la cabeza y hoy he sentido la necesidad de haceros partícipes de ello.

Por turista, podemos entender: Aquella persona o personas que viviendo situaciones extremadamente conocidas y monótonas, las cuales han dejado de dar color y relevancia a la propia vida, deciden ir en busca de una experiencia nueva que les reconforte y a la vez, solvente la sensación de vació interno, ansiedad, angustia o incluso desesperación. Suelen ser persona que, a priori, pueden parecer muy aventureras, emprendedoras y amoldables a cualquier nueva situación, ya que, en el fondo, están huyendo de una forma de vida fácil, monótona, aburrida y sin proyecto.
Lejos de lanzarse y entregarse a la vivencia de la aventura, preparan el equipaje con grandes cantidades de:”por si de acaso”, vacunas, teléfonos de urgencias, botiquín, móviles, repelente de mosquitos, suavizante del cabello, secador del pelo, barios tipos de calzado, ropa de día, de noche, de día y noche…
Una vez aterriza el avión en tan paradisíaco país, un taxi los conduce, casi siempre, hasta un hotel cinco estrellas, con barra libre y aire acondicionado hasta en el los aseos. Para descansar del “duro” viaje, que mejor que un bañito en las cristalinas y refrigeradas aguas de la piscina, para después gozar de unas suculentas viandas, acompañadas del susodicho refresco de cola y cerveza. Eso si, de conocidas marcas.

A las 24 o 48 horas se aventurarán a salir del complejo hotelero, cargados con las susodichas mochilas, acompañados de un guía que, conduciendo diestramente un 4x4, los conducirá hasta el embarcadero. Un reluciente yate los espera, para cruzar las peligrosísimas aguas del salvaje río de la selva brasileña. Darán algunos caramelitos a los niños nativos. Se fotografiarán al lado de un chamán que los mira con expresión perpleja y… así pasarán los días los turistas, hasta concluir su periodo vacacional. Regresarán a sus monótonas vidas, mostrarán los artículos comprados por cuatro perras, las fotografías, hasta que en pocos días, todo vuelve al sin sabor de antes.

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