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sábado, 14 de febrero de 2009

REFLEXIONANDO SOBRE LOS GIRASOLES.

Nunca son suficientes las ayudas que el destino nos ofrece, en el trayecto que realizamos por la vida. Estas, son como pequeñas brújulas que nos marcan la dirección hacia nuestro sagrado propósito, que guardado en el cofre del alma, el viajero ha olvidado.
Girasoles al amanecer, es uno de esos libros que va calando y nutriendo el alma. Tras leerlo, no puedo que por menos resaltar, de entre muchos, algunos párrafos que merecen especial mención. Tras pedir permiso a su autora: Ángela Castillo, no pretendo comentar los mismos, ya que bajo mi punto de vista, un libro es como un ser humano, nunca nadie logrará conocerlo en profundidad a excepción de quien lo parió. También soy consciente que jamás lograré sacar todo el jugo de su interior, pero si me gustaría haceros partícipes de lo que dichos párrafos suscitan en mi interior.
Espero que lo disfrutéis y sirva, para sumar en un buen propósito hacia una más amplia conciencia individual y colectiva.
Un abrazo.
Carles

Girasoles al amanecer. Pag: 102.
“Hace tiempo llegué a un entendimiento esencial: el universo te va ofreciendo alternativas a medida que le demuestras tu capacidad para sostenerlas. Todo está preparado para el siguiente paso, todo espera hasta que se te cae la venda y los ves. Todo depende de cuanto tiempo te empeñas en sostener tu ceguera. No obstante, cuando por fin lo ves, se requiere fuerza y mucha confianza para sostener tu visión sobre el sólido terreno que pisamos, para sostener los valores más elevados con impecabilidad, para sostener la energía conquistada. En definitiva, para sostener nuestra vida como se nos va presentando…”

Todos tenemos un plan sagrado que culminar. Este, no ha sido impuesto por nada ni por nadie, obedece a la ley natural del Karma o del Dharma, según vamos asimilando o no las distintas lecciones que la escuela de la vida nos brinda. Es nuestra esencia divina (alma), la que se marca la hoja de ruta para la siguiente encarnación, basándose en aquellas asignaturas que en anteriores vidas no fueron aprendidas, y el Universo, confabula y orquesta todo lo necesario para que ello se cumpla. Antes del nacimiento, somos nosotros los que escogemos la sociedad, la cultura, la religión, la condición social, los padres e incluso el nombre que nos conducirá hacia esos aprendizajes que tenemos que superar. Todos/as sabemos en nuestro interior que es lo que necesitamos y nos conviene realmente y lo que no. Pero ahí es donde interviene el ego. Este basándose principalmente en el miedo, nos conduce hacia otros caminos, tal vez, socialmente bien vistos o aceptados, pero que se alejan de lo que realmente vibra en nuestro interior. Si persistimos en esa artificial decisión, la vida nos golpea una y otra vez. Si seguimos empeñándonos en esa opción que tanto se aleja de nuestra hoja de ruta, la última opción para detener tan errónea dirección, puede llegar a ser la enfermedad.
En los cimientos del libro, Girasoles al amanecer, aparece en el contexto general. Ángela llegó a la ecoaldea, digamos “por casualidad”, el tiempo justo para experimentar con la hierbas y seguir su ruta por América. Eso era lo que su mente (ego), había establecido. Pero el Universo tenía otra estrategia orquestada, basada, probablemente, en el plan divino que el alma de la autora tenía en su hoja de ruta, y que obedecía a aquello que en esta vida debía aprender. Las circunstancias y la propia consciencia de Ángela, supieron “leer” en el mundo, para dar paso a una más larga estancia que terminó por culminan, tal vez, una de las lecciones de vida de la autora. Pero aun va más allá, por que de esa decisión (al dejarse fluir), nació un libro que bien seguro, plantea preguntas trascendentes e importantes a sus lectores, empezando ahí un sagrado efecto dominó.
De no haberse cristalizado dicha decisión, no nos hubiésemos conocido, y este escrito, que espero que a alguien le sirva, no existiría.
Un besote.
Carles

1 comentario:

Angela Castillo dijo...

Muchísimas gracias, familia de Bamboo Zen, por ese sol encendido en vuestros corazones que hace más intenso y luminoso el transcurrir de los días, más íntimo el ocaso de búsquedas compartidas y tesoros hallados y ganas de crecer juntos, más profundo el descanso en la intimidad de las noches que nos despiertan a otras dimensiones… Muchísimas gracias por permitir que los girasoles giren entre las muchas fragancias que se perciben en vuestro jardín…

Un inmenso abrazo para tod@s

Angela